Esta cocina es de una casa de campo que fue diseñada teniendo en cuenta la versatilidad de sus cocineros. No es una cocina convencional, tampoco una industrial, si no es más un laboratorio de experimentación cotidiano. Desde esta percepción, el estilo debe de transmitir la claridad y tranquilidad suficiente para dar paso a la creación. Además, su distribución funcional ha sido un trabajo arduo de comprensión de las formas en las que sus cocineros interactúan y comparten. Se complementa la cocina con una isla que acompaña el hecho de cocinar, una gran mesa de trabajo que se puede ocupar desde ambos lados con bancas altas por si llegan aficionados.

Abriéndose hacia un jardín interior, dando ingreso de la naturaleza hacia el interior. Los materiales elegidos fueron naturales: madera cachimbo teñida con aceite natural oscuro, estucado en las paredes de fondo, un enchape vertical en color beige y accesorios de toques negros.